Carlos Fernández LiriaDurante el curso pasado varias Facultades de la Universidad Complutense de Madrid protagonizaron un encierro y una “huelga a la japonesa” contra Bolonia en general y, también, contra la Orden Ministerial (ECI/3858/2007) que pretende instituir un
Master de Formación del Profesorado (que sustituiría al actual
CAP, un cursillo infame que ahora se pretende convertir en un infame master anual que no es más que más de lo mismo). La lucha de los estudiantes logró forzar un debate con las autoridades del Rectorado de la Complutense que se produjo en el Paraninfo de la Facultad de Filosofía. Asistieron un millar de alumnos y profesores que exigieron transparencia y un verdadero debate público sobre todas las cuestiones referentes al proceso de Bolonia y la paralización inmediata de la aplicación de la Orden Ministerial referente al Master de Formación del Profesorado. Mientras tanto, la Junta de Facultad de Filosofía había lanzado un Manifiesto contra esta Orden Ministerial, firmado por una docena de Juntas de Facultad de todo el Estado español. Los estudiantes lograron forzar también un debate con el entonces presidente de la Conferencia de Rectores, Ángel Gabilondo, con quien discutieron durante más de cuatro horas, en una carpa habilitada por el rectorado de la Complutense.
Ángel Gabilondo declaró públicamente ante más de trescientos testigos que estaba de acuerdo con el contenido del Manifiesto y que se comprometía a presentarlo y apoyarlo ante las autoridades del Ministerio. El rector de la Complutense, Carlos Berzosa, a su vez, convocó un Claustro sobre el tema. Tras muchas horas de discusión, el Claustro de la Complutense se comprometió a negociar con el Ministerio la suspensión de la Orden Ministerial.
Todo esto ocurrió antes del verano. Al parecer, lo que ocurrió después fue que el Gobierno de la Complutense hizo llegar una carta al Ministerio y otra a la Conferencia de Rectores solicitando la suspensión de la Orden. Esta fue su manera de cumplir con el compromiso adquirido en el Claustro. En el Ministerio contestaron (por lo visto) que habida cuenta de que solo una Universidad se había pronunciado en contra, no podía estimarse la petición. El Rectorado de la Complutense, sin preocuparse más del asunto, dio así el asunto por zanjado. Este es, por lo visto, el poder de negociación con el Ministerio que tiene la Universidad más grande de España: se manda una carta haciendo una petición, el destinatario contesta que no, y no se hable más. ¿Y la Conferencia de Rectores? ¿Ella no tenía nada que decir? ¿No se había comprometido Ángel Gabilondo a discutir el manifiesto con las Universidades españolas y a presentarlo al Ministerio? Pero Ángel Gabilondo no sólo no convocó a la Conferencia de Rectores. Según testimonio del equipo de gobierno de la Complutense, ni siquiera contestó a la carta que pedía la suspensión de la Orden Ministerial. No se le puede acusar de perjurio (pues es verdad que no había jurado nada), pero sí se ha comprobado cuánto vale su palabra... pues sí había dado su palabra, y ante trescientos testigos (que, por cierto, le aplaudieron mucho en ese momento).
A la vuelta del verano, la Junta de Facultad de Filosofía consideró que tanto el presidente de la CRUE como el gobierno de la Complutense habían incumplido el acuerdo del Claustro, por lo que decidió publicar el Manifiesto en el diario El País, cosa que se hizo el pasado lunes, día 3 de noviembre. El espacio publicitario ha costado 9.000 euros a la Facultad, lo que es, desde luego, un altísimo presupuesto (es lo que cuesta en este país la libertad de prensa, pues, previamente, el Manifiesto, firmado por más de doce Juntas y la Conferencia de Decanos de Filosofía, había sido remitido a todos los periódicos, sin lograr ni siquiera un acuse de recibo). Pese al elevado precio, se tomó esta decisión para llamar la atención sobre lo que se considera un gravísimo atentado contra la “profesión de profesor” que está a punto de perpetrarse en virtud de la citada Orden Ministerial.
Mientras tanto, las y los estudiantes de la Complutense se han movilizado de nuevo. Por la cantidad de carteles y convocatorias que hay en juego, todo hace pensar que no van a pasar por alto este obvio incumplimiento de aquellos compromisos que las movilizaciones del curso pasado consiguieron arrancar al Rectorado de la Complutense y a Ángel Gabilondo.
El argumento del Ministerio de que sólo la Complutense se habría pronunciado institucionalmente en contra de la Orden Ministerial, puede volverse en su contra. En primer lugar, hay bastantes Juntas de Facultad de otras Universidades que han firmado el Manifiesto. Hay que tener en cuenta que el tema no afecta a todas las Facultades (sino sólo a las que tienen como principal salida profesional la enseñanza secundaria), de modo que es una trampa muy cínica pedir una declaración institucional del Claustro de las Universidades. El Ministerio debería fijarse más bien en que muchas de las Facultades afectadas han firmado ya el Manifiesto.
Y todo hace pensar que habrá más firmas y más resistencia. Las Universidades de Valencia se encuentran ahora mismo muy movilizadas. En realidad, la Universidad de Valencia casi en pleno se halla ocupada por estudiantes encerrados que duermen y viven allí en protesta contra Bolonia y contra el Master de Formación del Profesorado. La Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de Valencia dio el pistoletazo de salida, encerrándose el pasado 13 de octubre; las siguientes semanas, la mecha fue prendiendo hasta alcanzar al resto de facultades: Geografía e Historia, Filología, Comunicación y Traducción, el campus de Burjassot (Ciencias) y el campus de Tarongers (Derecho, Sociología, Economía, etc....). Esta semana probablemente se unan Medicina y Psicología.
¿Cómo se las está arreglando el Ministerio para mirar hacia otra parte y hacer como que no pasara nada? ¿Cómo puede seguir pretendiéndose que el proceso de Bolonia ha contado con un alto consenso? Durante todo el curso pasado ignoraron las protestas y movilizaciones de la Universidad de Sevilla, de Santiago, de Oviedo, de Madrid... Este año, seguramente lo van a tener más difícil.